Juan Carlos Toro Juan Carlos Toro

Caleidos-Cádiz

    Cádiz, belleza asimétrica. La simetría es una de esas nociones que nos resultan más fáciles de intuir, que de describir o comprender. Para el cerebro humano las imágenes Simétricas nos resultan mas bellas, pero estas dejan de serlo cuando son perfectamente simetricas. Orden y caos pugnando por su sitio en nuestra mente, simetría y asimetría equilibrados magistralmente con los paisajes de nuestra costa gaditana. El Caleidoscopio, uno de los juguetes mas reconocidos del mundo, (del griego kalós- bella, éidos -imagen, scopéo -observa) dando nombre así a este proyecto fotográfico “CALEIDOS-CÁDIZ” (bella-imagen-Cádiz). Composiciones imposibles de la costa Gaditana que por su extrañeza hacen más bella aún sus espectaculares paisajes. “Simetría: correspondencia biunívoca entre los puntos del plano o del     espacio situados a uno y al otro lado del centro, eje o plano de simetría y a la misma distancia de él. Proporción adecuada de las partes de un todo entre sí y con el todo mismo.” El ser humano dispone, para el sentido de la vista, de dos órganos simétricos que le permiten superponer dos imágenes, percibir la profundidad en las mismas y expandir en horizontal su campo de visión. Quizás ello sea causa de nuestro agrado por imágenes cuya lectura es similar de derecha a izquierda y viceversa, cuya lectura converge en un lugar común, en un eje. Y quizás en eso radique la esencia de su belleza, de la transmisión de sensaciones placenteras, relajadas, sin aparente desequilibrio o desasosiego. Como la simetría del cosmos, de la naturaleza, del ser humano,...de la vida, tan simétrica y circular. Juan Carlos Toro vive una pasión simétrica por la fotografía y por el mar, más concretamente por la costa gaditana. En “Caleidos-Cádiz”, este espectacular trabajo fotográfico que aquí le presentamos, consigue poner en simetría ambas pasiones. Consigue relacionar, en la proporción adecuada, las partes de un todo entre sí y con el todo mismo. De una manera sumamente elegante, equilibrada; con una técnica rigurosa y exigente, espectacular; elaborada, pensada y absolutamente experimentada, magistral. “Ilusión: Imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad. Entusiasmo, alegría.” Sólo el autor de una obra sabe por qué la crea, y a veces ni siquiera él. Pero en estas simetrías imperfectas quiero adivinar ilusiones. Juan Carlos Toro es un magnífico fotógrafo de prensa que trabaja en Diario de Jerez. Cada día intenta capturar la realidad en imágenes. Su oficio consiste en presentar al lector la visión de la realidad que le rodea, lógicamente su particular y subjetiva visión de esa realidad, pero buscando la máxima objetividad posible. Esa búsqueda te encorseta y amordaza, sin permitirte atisbo apenas de ilusión, entendida ésta como sugerencia a los sentidos carente de realidad. Es un desliz que no puede permitirse, una licencia prohibida a su profesionalidad. Por eso creo que usa “ Caleidos-Cádiz”, para concederse ese gustazo. Para expandir todas esas ilusiones que lleva dentro. Que imagina en su mente y que siente, al cerrar los ojos, tumbado sobre la arena de la playa “La pequeña Lulú”, en Caños de Meca. Mientras el agua salada y el sol acarician su piel y sus sentidos. Es entonces cuando Juan Carlos compone imágenes, inventa formas, transforma realidades, crea estructuras... con sabor a sal, con piel de roca. Y sobre todo, fabrica paraísos. Paraísos para el deleite, para las sensaciones. A los que huir, en los que refugiarse de tanta realidad que constriñe cotidianamente a la ilusión. En esas simetrías imperfectas, Juan Carlos Toro encuentra la belleza, el equilibrio, la rebeldía, la paz, el entusiasmo y la alegría... en definitiva, la ilusión. Un cúmulo de emociones que le llevan a palpitar, a situarse en el punto simétrico a la muerte, pero en el lado opuesto de ese eje que llamamos  vida. Recuerdo el día que vino a enseñarme este trabajo y proponerme que le escribiera el texto. Traía un cartapacio negro, lleno de imágenes bellas y la mirada cargada de ilusiones. Unas ilusiones contagiosas que me han servido de tinta para escribir este prólogo, que no pretende ser otra cosa que una invitación a disfrutar con él de sus pasiones y su belleza, de sus simetrías y... sus ilusiones. ADRIÁN  FATOU

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